Guadalupe Fuentes Lombardo
La internacionalización empresarial considera, primero, el ámbito geográfico de actuación de la empresa. Una o varias de las actividades de la empresa tienen lugar en países distintos al de origen. Segundo, el compromiso, compromiso de recursos. Recursos financieros, humanos, dedicar tiempo, búsqueda de clientes, información y selección de mercados. Tercero, la internacionalización implica cambio. Un cambio en el que se debe hacer partícipe a distintos miembros de la organización. Quizás sea necesario cambiar responsabilidades o contratar a una nueva persona para estas tareas, incluso con el tiempo abrir un departamento de exportación o una división internacional encargada de las actividades de la empresa en el extranjero. Habrá que cambiar el producto, adaptándolo a los gustos y preferencias de los clientes del mercado de destino o adecuarlo a la legislación de cada país, cambiar el idioma del texto que refleje el propio producto o su envase, incluso la marca si resulta difícil de pronunciar en el mercado de destino.
Por otro lado, tenemos empresa familiar, que en ocasiones es confundida con una empresa de pequeño tamaño, poco profesional, o dónde se prima a los empleados familiares por ser miembros de la familia y no por su valía, no por su aportación a la empresa, lo que origina desmotivación para el resto de empleados no familiares y conlleva que muchas empresas familiares no se identifiquen como tales para que no se las relacione con lo anterior. En otras ocasiones ocurre lo contrario, empresas que no son familiares indican que sí lo son para que se las relacione con los valores, el compromiso, la confianza, la fiabilidad y la buena imagen que desprende un negocio familiar.
De este modo, en ocasiones, se opta por la propiedad y la dirección para poder diferenciar entre empresas familiares y no familiares ¿está la propiedad de la empresa y/o los puestos de dirección en manos de miembros de la misma familia? También, buscamos el deseo de continuidad, de sucesión, de relevo generacional, de que la empresa continúe en el largo plazo y vaya pasando de generación a generación.
¿Qué hay de especial en la internacionalización de empresas familiares?
Lo cierto es que las compañías con carácter familiar se internacionalizan menos que las no familiares, si bien, aquellas empresas familiares que sí optan por esta estrategia obtienen un mayor éxito internacional en comparación con las que no revisten un carácter familiar.
Frente a la aversión a la asunción de riesgo que caracteriza a las empresas familiares, la estrategia internacional supone asumir cierto nivel de riesgo, más aún al principio, cuando podemos encontrarnos con la necesidad de invertir recursos que no sabemos con certeza que vayamos a recuperar, cuando nos enfrentamos a competidores nuevos y desconocemos el mercado de destino. Así, muchos nos dirán “no lo hagas”, “te va a salir mal”, “vas a perder dinero” y lo peor, “vas a poner en peligro la continuidad de la empresa”. Pero ¿y no es mayor el riesgo que asumimos al no hacerlo? Esto es así porque si nosotros no salimos al exterior otros sí entran en nuestro país. Así, no sólo nos enfrentamos a nuestra competencia actual puesto que esta competencia se incrementa cada vez más debido a la llegada de empresas extranjeras.
La estrategia internacional se aconseja cuando la empresa cuenta con un producto que puede ser competitivo en el mercado exterior, por la diferenciación que posee en calidad, precio, servicio o por su innovación. Adicionalmente, desarrollar la estrategia internacional en nuestros días no resulta tan difícil ni arriesgado En la actualidad, las empresas cuentan con un mayor volumen de información, apoyo de organismos públicos y privados que nos permiten cubrir numerosos riesgos como el de transporte y cobro de mercancía.
De este modo, las razones que justifican la estrategia internacional de las empresas son numerosas. En términos económicos, incrementar las ventas, reducir costes, alcanzar un volumen de producción elevado que me permita competir por ganar en eficiencia u obtener un mayor margen de beneficio dirigiendo mi producto a mercados donde el nivel de renta sea alto.
Otras razones son estratégicas. La internacionalización permite reducir el riesgo por diversificarlo, lo que entendemos con “no tener todos los huevos en la misma cesta”. Si en mi país de origen la cosa va mal, en otros mercados me puede ir bien y, así, compensar las pérdidas. También permite incrementar nuestra competitividad por el conocimiento, experiencia e información que adquirimos de competidores, clientes, etc. en el mercado de destino, lo que supone mejorar en nuestro mercado de origen, al mismo tiempo que seguir avanzando en el mercado internacional. Aprovecharnos de nuestras ventajas más allá de nuestro mercado doméstico, por ejemplo, de nuestro saber hacer y/o de la diferenciación de nuestro producto. Finalmente, cuando nuestros competidores crecen dirigiéndose a otros mercados, el que nosotros no lo hagamos merma de por sí nuestra posición competitiva. Ellos y nuestros clientes pueden ser cada vez más grandes, más fuertes y nosotros estamos “obligados” a seguirlos, a crecer.
Estas razones económicas y estratégicas para internacionalizarse están presentes en todas las empresas, independientemente de su carácter familiar o no. Ahora bien, en empresas familiares existen además otras razones vinculadas a la familia y que son las que en mayor medida contribuyen al éxito internacional.
A medida que la familia crece y nuevos miembros de la familia optan por incorporarse al negocio, la empresa debería crecer en la misma medida, pues de no ser así, cada miembro familiar vería mermada su participación en la empresa, lo que podría disminuir el interés por el negocio. La internacionalización es una alternativa para alcanzar este crecimiento.
Otros motivos familiares para internacionalizarse son:
- Aportar seguridad financiera y laboral a los miembros de la familia.
- Aprovechar las fortalezas de las que gozan compañías familiares más allá de su mercado doméstico: su experiencia y conocimiento acumulado generación tras generación, la confianza, seguridad y fiabilidad que desprenden, su preocupación por la alta calidad del producto y su cercanía al cliente.
- Beneficiarse de las ventajas que se derivan de la imagen, reconocimiento, reputación y prestigio. Las mismas pueden verse incrementadas más allá del mercado nacional, con el orgullo que puede suponer para los miembros de la familia ver su producto, su marca, posicionada exitosamente en el mercado exterior.
- Usar las relaciones mantenidas con otras empresas familiares en el extranjero. Miembros de la familia residiendo o formándose en otros países y las relaciones que mantienen en los mismos y que pueden abrir las puertas y favorecer la comercialización de los productos de la empresa en esos mercados.
- Estar focalizados en nichos de mercado con productos altamente diferenciados y que pueden tener una demanda a nivel global.
- Ver peligrar el carácter familiar de la empresa cuando surgen conflictos que lo ponen en riesgo. En estos casos, las empresas familiares pueden optar por la estrategia internacional, asumiendo el riesgo que conlleva, dado que es considerada como alternativa para recuperar la estabilidad financiera y, con ella, recuperar el capital familiar (no tanto económico, sino los valores familiares y asegurar la continuidad del negocio).
Desde la Cátedra Ávolo de Empresa Familiar de la Universidad de Jaén animamos a las empresas familiares jiennenses a apostar por la internacionalización elaborando la planificación de esta estrategia.
Para más información pueden contactar con Guadalupe Fuentes Lombardo en su correo electrónico gfuentes@ujaen.es