La mediación en la empresa familiar

On 15 de enero de 2019

Mª Teresa Pérez Giménez

La elaboración del protocolo familiar no está exenta de problemas y dificultades. El protocolo es el resultado de un proceso y al mismo tiempo el inicio de una etapa de mayor reflexión. Es la concreción de un diálogo que se inicia y desarrolla de buena fe y en el que la familia empresaria apuesta mucho. Mucho esfuerzo, mucho interés, muchas emociones y mucho tiempo. La familia empresaria invierte concienciada de la necesidad de sentar unas bases armónicas para el futuro, utilizando todos los medios que tiene a su alcance, todos los mecanismos y sistemas posibles para que las diferencias y conflictos que puedan plantearse se solucionen desde dentro en el marco de los principios que ellos mismos han legitimado y asumido previamente desde su libertad y capacidad de autorregulación. Cada familia elige el camino que considera le va a ser más útil para mantener viva y operativa su empresa. Sumergirse en la realización del protocolo implica que existe una clara conciencia de que la fortaleza de la familia y la empresa reside en la unidad, estabilidad, compromiso y lealtad de sus componentes.

La concienciación es fundamental pero el protocolo hay que elaborarlo e incluso una vez elaborado las diferencias pueden engendrarse en el marco de la Asamblea o del Consejo de Familia. No olvidemos que hay que expresar intereses y hay que canalizar sentimientos, tarea no siempre fácil. En esta doble situación, la mediación es un instrumento idóneo para gestionar las posibles divergencias entre los miembros de la familia que les permitan alcanzar acuerdos satisfactorios y pactos que eviten o resuelvan diferencias manteniendo al mismo tiempo el buen clima familiar.

Los miembros de la familia pueden requerir la asistencia de un tercero, el mediador (1), imparcial y neutral, que activamente les ayudará a gestionar la situación, eso sí, sin imponer acuerdos ni orientar a las partes hacia soluciones que estén en línea con sus propios valores. El valor y objetivo fundamental de la mediación es promover el acuerdo; el mediador está ahí para que las partes lo consigan, preservando su igualdad en la negociación, conforme a los dictados y exigencias de la buena fe. Son las partes, nunca el mediador quienes deben definir los términos del acuerdo. El mediador es un elemento activo, de presión para que los mediados abandonen, si existen, actitudes unilaterales y redefinan la situación abandonando posiciones intransigentes en aras de una solución

pactada y que, llegado el momento, se llevará a cabo por propia convicción. El mediador tratará de equilibrar la capacidad negociadora de las partes para facilitar la consecución de acuerdos adecuados a las peculiaridades de la familia concreta, pero carece de poder de decisión, es la familia empresaria la que tiene que resolver la situación de conformidad con sus propios criterios en un ambiente de confidencialidad.

La mediación se llevará a cabo en privado y el mediador tiene un deber de secreto de la información que obtenga durante su actuación, lo que es muy relevante dado que los miembros de la familia intercambiarán y compartirán opiniones, emociones, dudas, carencias, etc. El resultado será realmente provechoso si este paso se produce sin

reservas. Los miembros de la familia plantearán opciones, tomarán en consideración alternativas y alcanzarán un acuerdo consensuado que tendrá en cuenta a toda la familia implicada. Ciertamente el procedimiento exige un grado mayor de exigencia y responsabilidad a los integrantes del grupo, que adoptarán decisiones que afecten a sus vidas, a su familia y a su empresa. Por eso, la mediación familiar puede ser útil tanto al tiempo de la elaboración del protocolo como después en el seno de las reuniones de los órganos familiares.

  1. En la elaboración del protocolo familiar

La función del mediador en el ámbito de elaboración del protocolo familiar entiendo que debiera consistir en la potenciación de una actitud favorable que propicie la intervención activa y continuada de los miembros de la familia, facilitando el diálogo entre ellos en un marco de generosidad y compromiso del que pueda con claridad deducirse que al tiempo que se cede se obtienen concesiones. El acuerdo que supone el protocolo debe alcanzarse

con el consenso y la participación de todos, por ello todos han de tener la oportunidad de pronunciarse sobre aquellas materias y aspectos que puedan afectarles. Todo será más fácil si el mediador envuelve a la familia en un clima de entendimiento en el que ellos mismos sean capaces de comprometerse y determinar el grado de su compromiso. Así, la participación del mediador puede ser clave en esta fase de negociación y búsqueda del consenso que cimentará para el futuro la empresa familiar.

Es cierto que existirán determinados aspectos del contenido del protocolo que por su complejidad tal vez requieran la intervención, al margen del mediador y en función del tipo de empresa de que se trate, de especialistas del mundo económico, empresarial o del derecho que en momentos concretos solucionen dudas, informen de los provechos y ventajas de determinadas decisiones o de los inconvenientes de las mismas. El mediador podría, desde este punto de vista, formar parte de un equipo multidisciplinar integrado por profesionales especialistas en la empresa familiar.

A mi juicio, la labor del mediador como experto en gestionar la comunicación entre la familia y la tarea del equipo de asesores y expertos en momentos puntuales puede ser adecuada e incluso favorable pero siempre en su justa medida. No debe generarse una dependencia de la familia respecto al mediador ni a los especialistas que alargue innecesariamente los trámites de elaboración del protocolo, que añada costes económicos al mismo y que impida a la familia empresaria madurar con independencia y solvencia su nueva situación.

  1. En el seno de las reuniones de los órganos familiares

Para el caso de conflictos no previstos en el protocolo familiar y teniendo en cuenta que la Asamblea Familiar y el Consejo de Familia son los órganos de participación familiar, guiados y ayudados por el mediador se puede seguir desarrollando el diálogo, la participación y el consenso para conseguir solucionar la cuestión concreta en un canal de comunicación permanente.

El mediador buscará y fomentará el espacio adecuado en el que todos los miembros de la familia se puedan expresar con tranquilidad y libertad, respeto y equilibrio, para en el ámbito de su propia complejidad abordar la divergencia y buscar una solución consensuada, no impuesta desde fuera, que satisfaga sus expectativas e intereses. Así tomada, la decisión de que se adopte será útil y su cumplimiento fácil de asumir. La familia autosoluciona su conflicto con la ayuda del mediador y ello afecta positivamente al futuro de su empresa y a la marcha de su negocio.

Para finalizar, entiendo que ya dio en la clave de las ventajas de la mediación la Recomendación 1 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, aprobada el 21 de enero de 1998, cuyo objeto fundamental era instar a los gobiernos de los Estados miembros a instituir, promover y reforzar la mediación familiar, cuando explicaba que ayudaría a mejorar la comunicación entre los miembros de la familia, reduciría los conflictos entre las partes en litigio y el tiempo necesario para resolverlos, se conseguirían con mayor facilidad acuerdos amistosos, se aseguraría la continuidad de las relaciones personales entre los miembros de la familia y se reducirían los costes económicos y sociales para los implicados.

Estas ventajas ya están constatadas en otros ámbitos y de ellas también se puede aprovechar la empresa familiar.

(1) Sobre los aspectos generales de la mediación familiar, se puede consultar el trabajo de la profesora Mª Teresa Pérez Giménez titulado “La mediación familiar: perspectiva contractual”. 2007. Editorial Aranzadi Civil, nº 22, abril, páginas 16 y siguientes.

Para más información puede contactar con Mª Teresa Pérez Giménez  en el correo electrónico tperez@ujaen.es

Te puede interesar